Japón

Para muchos, el otoño japonés es conocido como el más bello del planeta, y no es para menos. A medida que las temperaturas bajan tras el caluroso verano, los colores de las hojas van cambiando a tonalidades amarillas, naranjas, rojas y marrones. Este follaje otoñal es una vista maravillosa que ha inspirado a artistas y poetas durante siglos. En Japón, este fenómeno natural se conoce como koyo (palabra que hace referencia a los colores rojos y amarillos de las hojas), o momiji (palabra que describe específicamente el color rojo del arce japonés). De hecho, la hoja del arce simboliza el otoño para la cultura japonesa.

Un pasatiempo muy popular que tiene lugar en Japón desde hace siglos es buscar por todo el país ese intenso color rojo de los arces. Esta actividad se conoce como Momijigari (caza de hojas rojas), y a ello nos dedicamos Juan y yo en aquel viaje. Los días en Kyoto, Tokyo y la región de los cinco lagos cercanos al Monte Fuji, entre otros, fueron cuidadosamente elegidos para encontrar las hojas de los arces en todo su esplendor.

No era nuestro primer viaje a Japón, ya habíamos estado en noviembre del 2019. Aquel año descubrimos la fotografía por primera vez, fue cuando decidimos comprarnos nuestra primera Fujifilm. No teníamos ni idea de usarla ni de hacer fotos, pero la fotografía en los viajes nos enganchó tanto, que en ese mismo año viajamos a Islandia, Noruega, Japón y Filipinas. ¡Todo en el mismo año! Una verdadera locura… Demasiados viajes seguidos, y nada de formación en fotografía, así que os podéis imaginar las fotos que salieron: se puede decir que fueron viajes “desaprovechados” (al menos, desde el punto de vista fotográfico).

Tres años más tarde (Noviembre del 2022, que es cuando fueron hechas estas fotos), con un poco más de experiencia en nuestra mochila, y recién abiertas las fronteras tras la pandemia de Covid, no hemos podido resistirnos a repetir el viaje a Japón, y esta vez sí, nos hemos traído los recuerdos que queríamos tener del impresionante otoño japonés. Espero que estas fotos consigan “teletransportarte” hasta allí, aunque sea un poquito, y habrá merecido aun más la pena el viaje…